El enfrentamiento entre Cuba, Nicaragua y Venezuela por un lado con EEUU y sus aliados por otro marcan las divisiones, acentuadas por la posición frente a Rusia. Entre dudas e interrogantes comenzó este lunes en Los Ángeles la IX Cumbre de las Américas, con retos vertiginosos y de enormes proporciones. Con Estados Unidos, que vuelve a ser anfitrión transcurridos 28 años, cuestionado en su liderazgo y con América Latina convertida en el mayor polvorín social del planeta, dispuesta a rubricar otra década perdida.
El turno en los primeros días es para la sociedad civil, que precede a la llegada de los presidentes, desde el miércoles, que marcará el termómetro del cónclave. De momento, y pese al entusiasmo de activistas y disidentes que luchan contra las tres dictaduras y contra los abusos en otros países que están bajo la mirada de la comunidad internacional, las nubes del fracaso sobrevuelan los cielos de la ciudad californiana tras el pulso mantenido por el bloque de países más cercanos a las tres revoluciones, que como ya se había adelantado no fueron finalmente invitadas por Washington.
A la cabeza del frente rebelde, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, que en sus mañaneras con los periodistas no hizo oficial su postura final, pero sostuvo que viajará a Oaxaca, al sur del país, en estos días. Bolivia acompaña el pulso y, de momento, otros países centroamericanos, como Honduras, Guatemala y El Salvador amagan con no acudir. Precisamente países trascendentales a la hora de discutir y acordar sobre el tema migratorio, el más importante para los organizadores en el cónclave continental.
Sí acudirá el presidente argentino, Alberto Fernández, elegido como la «voz» de las revoluciones por Nicolás Maduro, quien en las últimas horas volvió a percutir contra Washington. «El propio Gobierno de EEUU se ha encargado de apuñalar la posibilidad de éxito de esta Cumbre», porfió el «presidente pueblo» sobre cuya cabeza pesa en territorio estadounidense una recompensa de 15 millones de dólares por su entrega. En sus últimos ataques contra el «Imperio del Norte», Maduro acusó a la Administración de Biden de apoyar a Colombia, su principal aliado en la región, para orquestar una intervención militar en su territorio.
Otros mandatarios, como el brasileño Jair Bolsonaro, también amagaron con no presentarse en Los Ángeles, aunque finalmente y tras negociar con la Casa Blanca hará acto de presencia.
«Para comenzar, la Cumbre está mostrando las divisiones en el hemisferio. La controversia de cuáles países van y cuáles no, evidencia que EEUU ya no puede tomar por sentado el apoyo incondicional de América Latina. No me queda nada claro cuál es la gran visión hemisférica que se está proponiendo», atestigua a EL MUNDO.es el politólogo John Polga-Hecimovich.
Quienes tampoco han podido viajar a Los Ángeles es el grupo de activistas y periodistas cubanos independientes invitados por Washington. Entre ellos, Saily González o Amara Peña, que a la postre han corrido la misma suerte que los no-invitados.
«En realidad ninguna de las tres revoluciones debería estar. Ni tampoco protestar. Es una Cumbre de las Américas de democracias y por tanto de gobiernos electos que respeten el proceso democrático. El de Cuba no fue electo ni siquiera en elecciones amañadas. Regímenes que excluyen, con modelos de integración doblemente excluyentes, hacia sus propias sociedades y hacia otros Estados, no pueden protestar cuando son excluidos. Después de la invasión rusa de Ucrania, lo que se deben potenciar son modelos de integración que respeten las reglas del juego tanto internacionales como democráticas», aseguró para este periódico Manuel Cuesta Morúa, coordinador de Acto Progresista y vicepresidente del Consejo para la Transición Democrática de Cuba.
La presidenta de esta organización, Marthadela Tamayo, se encuentra en la lista de los «castigados» por La Habana. «Nos han impedido viajar», confirmó Tamayo desde el propio aeropuerto habanero José Martí.
«Lo que se juega Biden es que el reconocimiento de la crisis global de la democracia, y las amenazas iliberales (de China y Rusia), pasan por el restablecimiento de la relación con Latinoamérica, y la suscripción de compromisos para fortalecer las democracias de la región, logrando acuerdos migratorios (entre otros temas, como el climático). Si Biden no logra exponer la gravedad de la situación, y la conexión entre estos factores, habrá sido otra oportunidad desperdiciada», pormenorizó a EL MUNDO.es la politólogo María Puerta Riera, profesora de gobierno americano en Florida.
Y es que si algo preocupa a Biden además del laberinto sin salida en la relación con las tres dictaduras es el apoyo político y mediático a Moscú y, sobre todo, la expansión económica de China. El mensaje constante que se envía desde Washington anima a no hacer negocio con los chinos, pero tampoco ofrece grandes soluciones a cambio. Mientras tanto, Pekín invierte dinero en la región, no sólo en busca de saciar su inagotable hambre de materias primas.