Por Emilio Godoy
PLAYA DEL CARMEN, México – El Tren Maya (TM), a cargo del estatal Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), amenaza a la Selva Maya, la segunda más importante en América por detrás de la Amazonia, sus ecosistemas y comunidades indígenas, como un conjunto de cuevas subterráneas y cenotes, unos pozos de agua dulce resultado del colapso del lecho de piedra caliza que expone el agua subterránea.
El megaproyecto, el más importante del gobierno del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, interviene al menos 1681 hectáreas, que implican el corte de 300 000 árboles, según el estudio original de impacto ambiental, con una inversión que actualmente se sitúa en unos 15 000 millones de dólares, 70 % del costo previsto inicialmente.
El plan es que el TM, con 21 estaciones y 14 paraderos en siete rutas, empiece a correr a finales de 2023 por 78 municipios de los estados del sur y el sureste del país: Campeche, Quintana Roo, Yucatán, Tabasco y Yucatán, y que en total acogen 11,1 millones de habitantes.
En Quintana Roo hay al menos 105 cuevas inundadas de longitud superior a 1 500 metros y 408 cuevas submarinas. El suelo poroso (kárstico) de la península representa una amenaza para el megaproyecto, lo que ha obligado a las autoridades a cambiar el trazo.
Además, entre Playa del Carmen y Tulum –en el sur de Quintana Roo y separados por 61 kilómetros–, hay al menos 13 cenotes.
El Tren Maya, que abarca cuatro acuíferos y 49 cuerpos de agua a lo largo de su recorrido, incluye una estación en Playa del Carmen y otra en Tulum, dentro del Tramo 5.
La mexicana Fabiola Sánchez, de la organización no gubernamental Voces Unidas de Puerto Morelos, habla sobre el potencial impacto territorial del ferrocarril en el municipio de Puerto Morelos, en Quintana Roo.
La preocupación de los defensores ambientales parte del Programa de Desarrollo Urbano 2020-2030, al que acusan de favorecer los intereses hoteleros e inmobiliarios, en detrimento de la participación ciudadana y la planeación sostenible, y de favorecer el tendido del ferrocarril.
La deforestación y la expansión urbana pueden derivar en aguas con más sedimentos en los arrecifes frente a Puerto Morelos, mayor generación de residuos sólidos y líquidos, lixiviados y más contaminación, para presionar aún más a un ecosistema de por sí perturbado por las actividades humanas.
Las locomotoras trasladarán miles de turistas y carga, como soja transgénica, aceite de palma y carne de cerdo, grandes actividades agropecuarias en la región.
El gobierno mexicano promociona el megaproyecto como motor de desarrollo social, al crear empleos, impulsar el turismo más allá de los imanes tradicionales de visitantes y dinamizar la economía regional.