La reelección, evaluada en retrospectiva, se revela como una de las reformas más regresivas y desalentadoras impulsadas por la actual clase política. Este movimiento cerró las puertas a nuevas generaciones y consolidó el acaparamiento de cargos incluso en instancias mínimas por parte de la élite política. La repetición de nombres como Alitos, Markitos y Chuchitos en la nueva oposición, así como en Morena, que se ha convertido en un depósito de tránsfugas y personajes cuestionables, evidencian una situación preocupante.
Ejemplos palpables de esta problemática se observan en lugares como Taxco, Chilpancingo e Iguala, así como en la Ciudad de México. En esta última, los diputados locales de Morena interrumpieron una sesión del Congreso, obstruyendo la solicitud a la Fiscalía para acelerar las investigaciones de un caso trágico. La madre de las dos hermanas que murieron al caer en una coladera sigue esperando respuestas y castigo en una alcaldía gobernada por ese partido.
A pesar de estos desafíos, la necesidad de votar se presenta como la única vía para contener las desgracias y evitar la perpetuación de un nuevo poder. Aunque se ha hablado de Golpes de Estado, en México se ha experimentado una cesión de privilegios sin precedentes. Las Fuerzas Armadas, gracias a las decisiones de AMLO, parecen encaminarse a convertirse en el auténtico 4º Poder, con un control significativo sobre al menos 5 fideicomisos y un manejo de más de 125 mil millones de pesos, sin considerar el presupuesto anual asignado por el Congreso.
Es fundamental tener en cuenta estos elementos al decidir el voto en junio de este año, ya que las elecciones de 2024 determinarán el rumbo del país durante al menos dos décadas. A pesar de que algunos puedan percibirlo como inútil, más de 100 millones de votantes tienen el poder de influir en la dirección futura del país, siendo que al menos 65 millones aún no han decidido su posición.
En este contexto, el ejercicio del voto adquiere una importancia crucial para sancionar conductas indebidas y negligentes de aquellos que prometen servir cada tres o seis años. Ante la falta de un buzón de quejas efectivo, el voto se convierte en el medio para expresar la inconformidad ciudadana.
La diversidad de candidaturas a diferentes niveles demuestra que los partidos han olvidado a la sociedad y han priorizado a sus militancias. La reelección, adoptada por todos los partidos, plantea interrogantes sobre la sinceridad de quienes prometen milagros y aseguran ser impolutos y honestos, pero que en muchos casos terminan judicializados o prófugos de la justicia.
El 2024 se presenta como un rejuego político donde los mismos actores ambiciosos y demagogos buscan el poder. Sin embargo, es esencial ejercer el voto de manera informada para evitar que un solo partido decida por sí mismo. La ciudadanía puede retomar el poder si reflexiona sobre la emergencia ciudadana de credencialización, que revela un renovado interés en participar en el proceso electoral.
La creciente efervescencia por obtener la credencial para votar, evidenciada ante las oficinas del INE, indica un cambio en la percepción de la ciudadanía, que ahora muestra un interés inusitado en participar en las elecciones. El padrón electoral, que supera los 100 millones de posibles sufragantes, cuenta con una bolsa de al menos 60 millones de votos que decidirán. Se espera una votación superior a la de 2018.
Los ciudadanos tienen el poder de lograr el equilibrio de poderes que el régimen intenta romper. Con 100 millones de personas que elegirán a cerca de 20 mil aspirantes a puestos de elección popular, es crucial que la masa de votantes reflexione y tome decisiones informadas, evitando seguir como ovejas el dictado de unos cuantos.
La decisión de cada individuo en las urnas puede marcar la diferencia entre la continuación de prácticas políticas cuestionables o el inicio de un cambio significativo. Aunque muchos puedan sentirse desencantados por la repetición de nombres y la persistencia de viejas prácticas, es en la votación donde radica el poder de transformar el panorama político del país.
La ciudadanía tiene la oportunidad de evaluar a los candidatos con detenimiento, sopesando no solo sus promesas, sino también sus acciones pasadas y su compromiso real con el servicio público. Este 2024 es un momento crucial para definir el futuro de México, y cada voto contribuye a la construcción de una sociedad más justa y equitativa.
Los retos son evidentes, desde la reelección hasta la falta de transparencia y rendición de cuentas. Sin embargo, la participación activa de los ciudadanos en el proceso electoral es la herramienta más efectiva para señalar y corregir las conductas indebidas de quienes buscan representarlos.
La variedad de opciones en las boletas electorales ofrece a la población la oportunidad de elegir a aquellos candidatos que realmente reflejen sus valores y aspiraciones. Es necesario superar la resignación y reconocer que, aunque el camino pueda parecer difícil, el voto consciente es un acto de empoderamiento ciudadano.
El 2 de junio próximo, cada ciudadano tendrá la oportunidad de influir en el destino del país. La magnitud de la responsabilidad que recae sobre los hombros de los votantes es evidente, y la toma de decisiones informada es más crucial que nunca. Reflexionar sobre la trayectoria de los candidatos, evaluar sus propuestas y sopesar su compromiso con el bienestar general son pasos esenciales en este proceso.
La emergencia ciudadana de credencialización revela un despertar de interés en la participación democrática, indicando que la sociedad está dispuesta a involucrarse activamente en la configuración del futuro del país. Cada voto cuenta, y es a través de este ejercicio democrático que se puede forjar un México más próspero y justo.
En este rejuego político del 2024, la ciudadanía tiene la oportunidad de dejar claro que no aceptará prácticas indeseables y que está dispuesta a exigir un cambio real. La transparencia, la rendición de cuentas y el servicio verdadero al pueblo deben ser los pilares sobre los cuales se construya la nueva era política.
En conclusión, el acto de votar va más allá de un simple ejercicio democrático; es una herramienta poderosa para construir el futuro colectivo. Los ciudadanos, al ejercer su derecho al voto, tienen la capacidad de redefinir el rumbo de la nación y contribuir a la consolidación de una sociedad justa y equitativa. El 2 de junio representa una oportunidad valiosa para que México avance hacia un futuro más prometedor, y cada voto cuenta en esta travesía hacia la transformación.