Responde así a la masiva movilización que, dos semanas antes, protagonizó la oposición en rechazo a la reforma electoral del Gobierno. El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), ha encabezado este domingo una multitudinaria manifestación en la Ciudad de México para exhibir músculo electoral y reivindicarse como líder de masas.
Más que una protesta, está siendo un ‘acto festivo’ convocado para responder a la masiva marcha que, dos semanas antes, protagonizó la oposición en rechazo a la reforma electoral del Gobierno. Durante unas horas, la máxima autoridad del país abandonó el Palacio Nacional y se puso de nuevo las botas de activista para volver a marchar, como hizo tantas veces como candidato, y demostrar que las calles siguen siendo patrimonio de su movimiento político, a pesar de que para ello haya tenido que recurrir a la publicidad gubernamental y los inmensos recursos del aparato del partido oficialista Morena.
«Invito a todo el pueblo, a todos los que puedan asistir porque es un hecho histórico», dijo el mandatario en vísperas de la movilización, que anticipó multitudinaria.
A primera hora de la mañana, sus seguidores se dieron cita en el monumento del Ángel de la Independencia, en pleno Paseo de la Reforma, la principal arteria del área financiera, para recorrer los cuatro kilómetros que les separaban del Zócalo, centro histórico y neurálgico de la capital mexicana. En primera fila de la manifestación, junto a López Obrador, desfilaron los tres aspirantes que ha elegido para sucederle: la alcaldesa de la capital, Claudia Sheinbaum, el secretario de Exteriores, Marcelo Ebrard, y el secretario de Gobernación, Gustavo Adán.
El evento culminará con la presentación del Cuarto Informe de Gobierno de López Obrador, la rendición de cuentas que el mandatario suele realizar cada cierto tiempo.
MANIFESTANTES ‘ACARREADOS’
En la víspera de la cita, varios líderes opositores denunciaron que Morena estaba recurriendo al acarreo, un término utilizado en México para referirse a la movilización de personas, a través de incentivos, para participar en actos políticos. Al principio, AMLO se ofendió y prometió que no iba a haber acarreados; dos días después respondió con ironía: «Hay millones de personas que van a venir, son acarreados porque vienen a celebrar que ya no domina la oligarquía«. En su intento por deslucir la marcha opositora del 13 de noviembre, en la que participaron 12.000 personas, según el Gobierno, y 150.000, según los convocantes, AMLO invitó «a todo el pueblo de México» a asistir a su «fiesta de la democracia».
En esta carrera por nutrir la marcha de manifestantes, el partido de AMLO ha sacado a relucir toda su maquinaria electoral. El 16 de noviembre, el presidente anunció por sorpresa la marcha y a finales de esa misma semana, ya se podían ver, en el metro y las calles de la capital, carteles con el rostro de López Obrador llamando a celebrar «los 4 años de Transformación». El pasado jueves, el director del Sistema de Transporte Colectivo Metro, Guillermo Calderón, ordenó retirar la propaganda ilegal, ya que la Constitución establece que la imagen del presidente solo se puede exhibir durante el tiempo que dure el «informe de Gobierno».
Morena también aprovechará su enorme control territorial, domina 21 de los 32 estados, para traer en autobuses a simpatizantes de todos los rincones del país. En su intento por complacer al jefe, los gobernadores abrieron una competición para ver quien conseguía más. La alcaldesa de la capital y aspirante presidencial, Claudia Sheinbaum, prometió convocar a «más de 100.000 gentes«. López Obrador ha deslizado que ésta podría ser la última manifestación en la que participe. A falta de 21 meses para que abandone el cargo, el presidente todavía tiene muchos retos pendientes. Su partido, sin embargo, ya no volverá a estar más unido que hoy: la batalla por la sucesión ha comenzado, los aspirantes ya afilan sus cuchillos y la sombra de AMLO es demasiado larga.