Dios esta triste porque la humanidad no ha comprendido que es el amor, porque ha mirado como el egoísmo del llamado “amor propio” se ha transformado en un estilo de vida, ahora caminamos en medio de una soledad absurda, en la que día con día vamos dejando de ser humanos para transformarnos peor que bestias.

Hablamos de Dios, nos llenamos la boca de él, hemos tratado incluso de ser como él, olvidándonos de lo insignificante que somos, ante la magnificencia de quien de un plumazo puede borrarnos en menos de un abrir y cerrar de ojos.

Abrazamos el poder en todos los sentidos pensando que si estamos por arriba de otros podremos ser felices, pasamos la vida reuniendo bienes materiales, como si eso fuese garantizar nuestra permanencia en este mundo y finalmente nos marcharnos envueltos en nuestra propia miseria humana.

Armamos guerras, conflictos para escalar la montaña del poder sacrificando corazones vidas, olvidándonos que la paz se construye dentro de nosotros mismos a través de una conciencia tranquila.

Somos corruptos, asesinos, manipuladores, mentirosos, infieles, deshonestos y nos escandalizamos de la miseria que emana un sistema podrido hecho a la imagen y semejanza humana muy alejado del bien común.

Monetizamos la desgracia humana para impulsar políticas a beneficio propio, para seguir escalando política, económica y socialmente, dejando de lado la dignidad humana, nos encarnizamos con el dolor ajeno y lo miramos como una oportunidad para poder lograr posicionarnos mediaticamente.

Nos hemos olvidado de lo importante de dar con una mano, sin que se dé cuenta la otra, hemos caído en el cinismo de llamar amor libre al libertinaje, a la infidelidad, hemos manchado el amor con la deshonestidad.

Encontrar a Dios es tan fácil como caminar en medio de la playa y aceptar que él quién nuestros pasos, pero es tanta nuestra soberbia de sentirnos superiores que nos olvidamos de él, sepultándolo en el olvido, mientras él nos mira a lo lejos marcharnos, pues es respetuoso de nuestras decisiones y con el dolor de alguien quien nos ama solo nos suelta.

Luego nos molestamos cuando la vida nos da su revés, pues nuestra miseria humana no es más que un timón sin rumbo, el cual sin un capitán sucumbe ante las primeras olas del mar de la vida que nos golpean, ha veces solo basta una simple ola para que naufraguemos en medio de este océano llamada vida.

Pensamos luego en Dios es responsable de nuestro naufragio, a veces somos como niños que no asumimos nuestras responsabilidades, culpando a Dios o a los demás de nuestras malas decisiones.

Asesinamos de mil formas, no solo empuñando o disparando un arma, lo hacemos de las maneras más sutiles y a carcajada abierta nos decimos honestos y decentes cuando somos todo lo contrario y frente a la palestra de la vida somos honorables, pero por dentro la miseria nos persigue, pues aprendimos a engañarnos a nosotros mismos.