Alain Delon en el momento de recibir la Palma de Oro honorífica en el Festival de Cannes en 2019

El actor francés hace público a través de su hijo que ha solicitado la eutanasia. Padece las consecuencias de un ictus de 2019 y su ex mujer falleció el año pasado.  «Estás con la gente que quieres, con los amigos que has elegido. Es tu último momento y es justo que seas tú el que elige». Con estas palabras se refería el año pasado Alain Delon al suicidio asistido. Lo hacía en una de también sus últimas entrevistas. Rápidamente, el titular, sólo era eso, se convirtió en una suerte de premonición. Alain Delon aprueba el suicidio, se podía leer como advertencia quizá de lo que vendría. Y vendrá.

Ahora, otra entrevista, no a él sino a su hijo Anthony, parece dejar claro que el mítico actor de ‘El silencio de un hombre’, ‘El gatopardo’, ‘El eclipse’, ‘A pleno sol’, ‘La piscina’, ‘Rocco y sus hermanos’ ‘El otro señor Klein’ parece decidido a, efectivamente, ser él el que decida. La conversación tuvo lugar en la cadena RTL y en ella el también actor se limitaba a dejar claro que su padre se lo había pedido, le había pedido morir. Nada más.

El caso es que acto seguido y para despejar dudas hizo pública una nota. «Quisiera dar las gracias a todos los que han estado conmigo todos estos años; a todos los que me han dado su apoyo. Espero llegar a ser un ejemplo para futuros actores tanto en lo profesional como en lo personal, entre victorias y derrotas», se leía en un texto que, a su manera, no hace más que confirmar el credo de un intérprete esencialmente irreductible y, muy importante, residente en Suiza, donde sí es legal lo que en Francia no lo es.

Alain Delon cuenta con 86 años y no es ningún secreto que atravesaba por un momento entre delicado y sólo desolador. En 2019 era galardonado con la Palma de Oro en Cannes entre polémicas encendidas y poco más tarde sufría un ictus severo. Un año después, hace poco más de 13 meses, se conocía la noticia de la muerte de la que había sido su mujer Nathalie Delon, la mujer de origen español nacida como Francine Canovas, el primer amor y amante siempre en la sombra. «Alain», dijo Nathalie en una entrevista, «nunca me habló de ella pero de vez en cuando veía una sombra de tristeza en sus ojos». Se refería a Romy Schneider. Pero eso es otra historia.

Lo cierto es que a Delon no ha habido forma de domesticarlo. Se diría que ni siquiera entenderlo. Capaz de levantar a su paso siempre la mayor de las pasiones y el más entregado de los oprobios. Nunca. Pese a quien pese y menos aún ahora, cuando ya el tiempo está casi vencido.

Quizá buena parte de su credo violentamente inconformista figure en toda su confusión en la película, de la que él era protagonista y productor, elegida por el Festival de Cannes para honrarle. ‘El otro señor Klein’, dirigida por Joseph Losey en 1976, cuenta la historia de un rico marchante de arte que un buen día es confundido con otro hombre de su mismo nombre. El primero se enriquece a cuenta de la desesperación de los judíos perseguidos en Francia allá en 1942. El segundo es precisamente uno de los judíos perseguidos.

Con esta premisa tan cerca de Kafka, el director de ‘El sirviente‘ insiste en confeccionar una fábula turbia y opresiva sobre la fragilidad del ser humano y sobre el poder de la sociedad (así en general o en su forma concreta de Estado) para acosar al individuo hasta la más clara de las humillaciones. Y es ahí, en la desatada, además de ligeramente inconsciente, reivindicación de la individualidad frente a todo y frente a cualquier religión, ideología o tabú donde Alain Delon se hizo y se ha hecho siempre fuerte. Y ahí, por lo visto, sigue.

El premio en Cannes vino acompañado de polémica, quizá la misma que siempre ha estado con él desde el principio hasta hoy mismo. En 2013, en France 5, dijo «no tener nada en contra de que dos gays decidan vivir juntos». Pero, en su opinión, «eso era ‘contra naturam». Y siguió: «Estamos aquí para amar y cortejar a una mujer, no para coquetear con hombres». En otra ocasión, no tuvo empacho en admitir que estaba «en parte» de acuerdo con el pensamiento de Jean-Marie Le Pen. Además, en noviembre del año pasado, declaró que no consideraba que fuera machista dar una bofetada a una mujer. Para terminar admitiendo que él también se había llevado alguna torta de alguna mujer. Y así.

Para calmar las protestas el delegado general del festival, Thierry Frémaux, tuvo que salir en su defensa. «No se le va a entregar el Premio Nobel de la Paz. Es un reconocimiento a su carrera… Toda existencia está llena de contradicciones… Estamos hablando de un hombre que fue muy temprano a la guerra y que pertenece a otra generación. Es muy complicado juzgar con los patrones de hoy asuntos que forman parte del pasado», dijo. Añadió que Delon «es un actor legendario y forma parte de la historia de Cannes». Y punto.

Sea como sea, Alain Delon siempre ha reclamado para sí la virtud de ser él contra todo. Probablemente contra naturam también. Ahora deja claro cómo, cuándo y con quién se dispone a vivir su último momento, que no exactamente morir, de una vida exprimida hasta el último aliento.