Por: La Redacción.
Ciudad de México., a 27 de octubre del 2024.- De acuerdo con la Comisión Nacional de Búsqueda, al menos una persona desaparece cada hora en México, por lo que el cálculo total supera a los 116 mil desaparecidos desde que se tiene registro. Mientras que durante el sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador se contabilizaron unos 53.000.
Entre 2006 y 2012 en la llamada “Guerra contra el narco” el fenómeno de las desapariciones fue impulsada por la falta de una política que contuviera la violencia en los siguientes sexenios, sumandose a esta problemática la crisis migratoria que cavó una fosa para muchas personas migrantes que intentaban llegar a Estados Unidos y tropezaron con los peligros de México formaron un cóctel que causó estragos en un país que no estaba preparado técnicamente para atender a sus muertos.
El resultado de todos estos ingredientes fueron más de 52 mil cuerpos, según los datos de organizaciones civiles, resignados a esperar a que alguien les ponga un nombre, les devuelva la identidad.
Tráileres abandonados con cadáveres descomponiéndose en su interior, morgues rebasadas, fosas repletas de cuerpos sin nombre, son parte del escenario diario en algunos Estados mexicanos donde el fenómeno de la desaparición ha complicado la identificación de cuerpos localizados muchos de ellos en fosas clandestinas.
Fue en el 2019 que, la Corte Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH) exhortó al Gobierno Mexicano a llevar a cabo acciones para restituir la dignidad de las victimas de desaparición, para ello México en diciembre de 2019, puso en marcha el Mecanismo Extraordinario de Identificación Forense, una iniciativa para atender el rezago.
El proyecto abarcaba la creación de un Centro Nacional de Identificación Humana y un Banco Nacional de Datos Forenses. El primero abrió sus puertas en agosto de 2022 y cerró sus puertas en enero del 2024, sin contar casi logros. El segundo nunca consiguió funcionar del todo.
A más de 800 kilómetros de la capital, en el norte del país, reside una alternativa a la fallida respuesta nacional fue el Centro Regional de Identificación Humana (CRIH), en Coahuila, que se inauguró en 2019 tras la incansable lucha de las familias de los desaparecidos quienes pedían una respuesta contundente por parte del Estado, y consiguieron ser escuchados por tres gobernadores que pasaron por el cargo.
Fue de esa manera que asediado por Los Zetas, Coahuila fue uno de los primeros estados en ver cómo se formaban colectivos de búsqueda, en entender cuán profundo enraizaba la violencia de una desaparición y en darles a las madres, los padres, los hermanos, un lugar.
En cinco años que lleva activo el centro, un capacitado equipo multidisciplinario construyó una reputación en medio de la desidia que asolaba al resto del país.