La actividad erótica se fundamenta en dar y recibir placer, el encuentro íntimo entre dos personas que se respetan y la función reproductiva. Es decir, es una mezcla de expresiones físicas, emocionales y sociales. Sin embargo, cuando aparecen dificultades para tener un bebé, a menudo se produce una alteración en la dinámica de la pareja, en sus proyectos vitales y, en muchas ocasiones, en la vivencia de la propia sexualidad.
Existen varios estudios que señalan la prevalencia de problemas sexuales en parejas infértiles, así como otras dificultades emocionales y que repercuten en la relación como el estrés y la depresión.
El diagnóstico de infertilidad, tanto en hombres como en mujeres, no solo impacta en su salud sexual, también en la intimidad que comparten como compañeros y amantes. Las relaciones eróticas que antes se disfrutaban pueden convertirse a continuación en una fuente de frustración y dolor ante la ausencia de embarazo.
La erótica, más difícil
Son muchas las sensaciones que se inician antes del contacto físico y que explosionan con la complicidad de los miembros de la pareja.
No obstante, cuando la infertilidad es motivo de preocupación y la concepción se convierte en objetivo, es difícil cultivar los afectos y las eróticas. En este contexto, uno de los principales problemas que suele acontecer es la pérdida del deseo.
Cuando la atención se focaliza en la procreación, la sexualidad y el placer dejan de tener un carácter lúdico y pasional. Es entonces cuando las relaciones eróticas quedan definidas como un plan de obligado cumplimiento, en especial, en los días fértiles del ciclo de la mujer.
El juego, la desinhibición y la espontaneidad se diluyen en una puesta en escena metódica, previsible y finalista. Esto se puede poner de manifiesto también ante la falta de interés para iniciar las relaciones eróticas o la disminución o ausencia de fantasías eróticas.
Más no es siempre mejor
La frecuencia sexual también está muy relacionada con la pérdida del deseo. Cuando los encuentros eróticos están ligados exclusivamente a los periodos de fertilidad de la mujer puede aparecer la insatisfacción personal.
Muchas personas, al percibirse como un objeto, son incapaces de disfrutar, de dejarse llevar, de sentir rubor y sudor sexual. Los estímulos que antes activaban el sistema nervioso y animaban la excitación ahora son percibidos como indiferentes y aversivos.
A ello hay que añadir cómo, en general, muchas parejas se sienten obligadas a la penetración en el encuentro erótico. Si bien el contacto físico y las caricias no tienen que interpretarse estrictamente desde connotaciones eróticas, ni son el camino inequívoco a la relación sexual, lo cierto es que funcionan en muchas ocasiones como el desencadenante del deseo y la excitación.
De modo que, cuando se pone la atención en los genitales y la piel de otras zonas erógenas pasa a un segundo plano, se pierde una gran cantidad de sensibilidad. En definitiva, la presión por el rendimiento reproductivo provoca que el deseo quede anestesiado.
¿Causa o efecto?
En otros casos, resulta difícil conocer si es la infertilidad la que conduce a una disfunción sexual o es la disfunción sexual la que dificulta el embarazo. Así pues, trastornos sexuales como la disfunción eréctil, el vaginismo o el coito doloroso (dispareunia) pueden ser o bien el origen del problema o incrementar el mismo.
Por último, en lo que respecta a la infertilidad, cabe señalar la aparición de la incertidumbre, la culpabilidad, el miedo o la decepción. Tales sentimientos, pueden tambalear el vínculo y por ende, la relación.
Además, pueden vivirse de una forma muy diferente al tratarse de mujeres o de hombres, o dependiendo de la edad de ellas. Por ejemplo, cuando la infertilidad está relacionada con la insuficiencia ovárica prematura, puede aparecer una baja autoestima, una valoración negativa de la imagen corporal y una sintomatología depresiva.
Asimismo, la estabilidad emocional también puede variar según la fase de tratamiento en el que se encuentren. No hay que olvidar que muchas mujeres se someten, ante esta circunstancia, a pruebas incómodas, invasivas y dolorosas, las cuales pueden impactar de forma negativa en su estado de ánimo y desempeño sexual.
La comunicación, clave
La capacidad para afrontar estos obstáculos y ansiedades dependerá ya no solo de la inteligencia emocional que tenga la pareja, también de su potencial a la hora de explorar el cuerpo y cultivar sus múltiples paisajes.
Aquellas parejas que tienen una buena comunicación en la relación y poseen una perspectiva compartida del problema, serán capaces de afrontar de una forma más saludable y efectiva tal situación. Esto es, actuando como un equipo ante el problema, procurándose calidez y comprensión mutua y evitando que el encuentro erótico se centre en el rendimiento reproductivo.
Cuando esto no está sobre la mesa o existen dificultades para ponerlo en práctica, es importante no esperar al desgaste psicológico y pedir, cuanto antes, ayuda profesional.