Chihuahua, Chih., a 30 de enero del 2022.-  La inconformidad por el replaqueo y el incremento de impuestos se suma a la escalada de precios de productos de la canasta básica, el costo de los combustibles, lo que en conjunto representan un golpe certero a la economía de las familias chihuahuenses.

Aunado a esto estamos viviendo una pandemia que a la fecha lleva 119 mil 641 personas contagiadas y 9 mil 301 personas fallecidas situación que ha agudizado en mucho el desarrollo social y económico de las personas, incluyendo desde luego a las niñas, niños y adolescentes quienes no solamente se encuentran enfrentando la pérdida de sus seres queridos, sino que permanecen aislados recibiendo una educación a medias y sin calidad, derivado de esta situación.

Además de que muchos de estas niñas, niños y adolescentes han perdido a sus padres, abuelos y demás seres queridos quedando en la orfandad, en la pobreza y la marginación, otros perdieron empleos, empresas, negocios, el panorama es lamentable.

Por otro lado, se encuentran las pequeñas y medianas empresas ahogadas con una serie de requisitos para poder abrir sus negocios, asfixiados por los reglas de la “nueva normalidad”.

El incremento acelerado de casos por Covid-19 a partir de enero de este año, sin duda representa un reto para los gobiernos, quienes en pretexto de emprender acciones para afrontar la pandemia optaron por incrementar la recaudación de impuestos, en lugar de reducir sus gastos personales, como la promoción personal para el posicionamiento de su carrera política.

El manejo público de a cambio de estos impuestos es ofrecer medicamentos en los hospitales, cuándo ridículamente los médicos incluso tienen que adquirir sus equipos para poder afrontar el Covid-19 en sus lugares de trabajo, mientras que los políticos realizan descaradamente actos públicos conglomerando personas a pesar de los contagios.

Cuando un gobierno asume sus retos camina de la mano de su pueblo, no enfrentándose a él con medidas recaudatorias que lejos de contribuir a mejorar la vida de sus gobernados incrementa la pobreza en sus hogares.

Pero que va a saber un político de incrementos en la canasta básica, si su poder adquisitivo esta muy por encima de los salarios que percibe la clase media y media baja que se conforma solo con tener frijoles y tortillas, elevando con ello la vulnerabilidad al virus que en dos años ha devastado a la humanidad.

Que va a saber la clase política de falta de medicamentos o de permanecer sentado con un suero como paliativo en una sala de urgencias del IMSS o de otro hospital de interés social en la espera de una cama.

Los pobres solo sobreviven al Covid-19 con dexametasona y paracetamol aferrados al te de ajo, mientras que quien tiene y puede suele acudir con un hospital privado donde le suministran retrovirales y antiinflamatorios, oxigeno de alto flujo entre otros cuidados que puede pagar.

La desigualdad es evidente, más en materia de derechos humanos, como lo es la salud y una alimentación sana, suficiente y de calidad, pero aún así los pobres tienen que pagar, por todo y con todo quedando sin más que tener fe en un mañana mejor y a la espera que el político en turno no se robe lo que queda de un devastado estado abatido por la corrupción y la simulación.

Y para que no digan que exagero aquí les dejo unos datos revelados por la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, donde se detalla que los hogares gastaron un 13 por ciento menos en lo que va de la pandemia en comparación con años anteriores.