A lo largo de los años, los cárteles de la droga en México como los de Sinaloa y Juárez, se han valido de pandillas locales para operar en la frontera con Estados Unidos.
Estos grupos sirven como carne de cañón para que las organizaciones criminales dominen la región, sin embargo, en ocasiones adquieren tanto poder, que llegan a controlar las actividades ilegales en toda una ciudad de manera autónoma.
Así ocurrió con Los Mexicles, cuyo nombre ha sido tendencia en los últimos días, debido al motín en el penal de Ciudad Juárez, Chihuahua, que derivó en la muerte de 17 personas y la fuga de 30 reos, varios de ellos pertenecientes a ese grupo criminal.
Surgidos como una pandilla en el sur de Estados Unidos, varios de sus integrantes fueron deportados a México y comenzaron a delinquir en el estado de Chihuahua, en donde se dedicaban, principalmente, al robo de vehículos.
David Saucedo, experto en temas de seguridad pública, reveló en entrevista para Expansión Política que muchos de sus miembros tienen incluso tatuajes muy al estilo de la Mara Salvatrucha, de El Salvador.
“Es un grupo muy peculiar, pero se trataba de una banda de poca monta que en realidad utilizaba revólveres, armas blancas para cometer delitos a casa habitación, robo de vehículo, robo a transeúntes”, indicó.
Fue el Cártel de Sinaloa el que los reclutó para librar una guerra contra el Cártel de Juárez, por lo que dejaron de ser pandilleros para convertirse en una célula fuertemente armada, y poco a poco cobraron relevancia en la entidad.
En la actualidad, Los Mexicles no solo dominan las actividades de tráfico de drogas en Ciudad Juárez, sino que también se dedican a extorsionar y al tráfico de migrantes, según revela el diario El Sol de México.
Ahora, con la fuga de Ernesto Alfredo Piñón de la Cruz, alias “El Neto”, identificado como uno de sus líderes, se espera una posible reestructura en la organización criminal y, por ende, un aumento de la violencia en la región.