El Ministerio de Defensa de Rusia ha elevado este miércoles de 63 a 89 el número de soldados que murieron el pasado 1 de enero en un bombardeo ucraniano en Makiivka, una ciudad de Donetsk controlada por fuerzas rusas. El Ejército ucraniano, sin embargo, señala que el ataque produjo 400 muertes.
Mientras las críticas, cada vez más intensas, apuntan a los mandos militares rusos, Putin continúa guardando silencio. Sin esperar a la investigación que ha anunciado, el ministerio de Defensa ruso ya culpa abiertamente al «uso de los teléfonos móviles» por parte de sus propios soldados.
El malestar resulta visible incluso entre personas consideradas cercanas al Kremlin. El último ejemplo es la propagandista Margarita Simonyan, máxima responsable del canal RT, comparada incluso con Goebbels y sancionada por la Unión Europea. Reclama públicamente nombres y responsabilidades por el desastre de Makiivka. Ante el orgullo herido y este aumento de la pulsión belicista, Zelenski ha difundido el temor de que Putin se vea obligado a una nueva movilización para dar la vuelta a esta guerra en Ucrania.