Durante las Jornadas internacionales de Periodismo del Seminario Kapuscinki que se realiza en Chihuahua, ayer dos periodistas de Quintana Roo, Alfredo Griz Cruz y Héctor Valdez Hernández, expusieron la violencia sufrida tras revelar la corrupción y narcotráfico en la entidad.

Griz Cruz, de Cancún, reveló en una serie de reportajes sobre la corrupción en contratos de edecanes para servicios sexuales a residentes de obra de la Comisión Federal de Electricidad de la región Yucatán-Quintana Roo-Campeche. Los costos eran inflados para que todos ganaran, las “damas de compañía”, los servidores públicos que las contrataban y quienes recibían estos servicios sexuales, haciéndolas pasar por servicios de edecanes para eventos públicos.

El periodista presentó en sus reportajes copia de los contratos y testimonios en audios de las escort que fueron contratadas y a qué funcionarios prestaron sus servicios pagados por el erario.

Por su trabajo, las represalias fueron desde un atentado con arma blanca, persecución y tortura con violencia sexual. Alfredo Griz Cruz narró cómo sufrió esta violencia en el mismo refugio que le proveía el Mecanismo de Protección a Periodistas de la Secretaría de Gobernación en Mérida, ciudad a donde lo habían movido para su protección.

La exposición del otro periodista de Quintana Roo, Héctor Valdez, la hizo desde la cárcel Santa Martha Acatitla, de la Ciudad de México, donde se encuentra preso con delitos fabricados por revelar los vínculos del ayuntamiento de Tulum, durante la gestión de Víctor Mas Tah (2018-2021), con grupos delictivos de la región.

Valdez, director de Tulum en Red, también fue víctima de un atentado dentro de su casa, donde le lanzaron dos bombas molotov, quemaron su auto, y fue golpeado por policías estatales. Posteriormente, salió de Tulum, para refugiarse en la Ciudad de México y denunció la persecución ante el presidente Andrés Manuel López Obrador en 2020, y cuatro meses después fue acusado por violación a una mujer que nunca se presentó a juicio, y en menos de un año sentenciado a seis años de prisión.

Primero fue encerrado en el Reclusorio Oriente, desde donde empezó a hacer entrevistas a los internos y a informar sobre las extorsiones y corrupción del penal. Allí fue torturado y tras sus denuncias a la Comisión Nacional de Derechos Humanos, fue trasladado a Santa Martha Acatitla, donde se encuentra aislado y le permiten una llamada a la semana.

Los dos expositores visibilizaron en el Seminario Kapuscinski las represalias por ejercer el periodismo y criminalizados para silenciarlos. Ninguno de los funcionarios denunciados por ellos ha comparecido ante las autoridades judiciales por sus agresiones.