Se cumplen 55 años de la masacre del 2 de octubre de 1968: un punto de Inflexión en la historia de México.
Por Diego Gastéum
En la noche del miércoles 2 de octubre de 1968, un sombrío capítulo de la historia de México se escribió en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco. Esa noche, una multitud de estudiantes que se había congregado para un mitin político estudiantil se vio sorprendida por una lluvia de balas disparadas por el Batallón Olimpia del Gobierno Mexicano. Este trágico suceso marcó un antes y un después en la historia de México y fue un punto de inflexión en el camino hacia la transición democrática del país.
Los datos oficiales de la Secretaría de Gobernación, liderada por Luis Echeverría en ese año, reportaron 29 muertos, pero a lo largo de los años, las estimaciones han sugerido que el número real de víctimas fue mucho mayor. Además de las vidas perdidas, cientos resultaron heridos y detenidos. Hoy en día, la Comisión Nacional de Derechos Humanos reconoce a más de 300 muertos, aunque la cifra exacta aún permanece incierta.
Cada año, el 2 de octubre se conmemora como el momento culminante del movimiento estudiantil de 1968, que tuvo su epicentro en la Ciudad de México pero se extendió a diferentes estados del país. Sin embargo, este movimiento no surgió de la noche a la mañana; se desarrolló a lo largo de cuatro meses y tuvo antecedentes que influyeron en su consolidación.
Julio de 1968: Los Preámbulos del Movimiento
El movimiento estudiantil de 1968 comenzó a tomar forma a finales de julio, pero no se detuvo tras la tragedia del 2 de octubre. Se extendió hasta el 4 de diciembre, cuando el Consejo Nacional de Huelga (CNH), el principal organismo estudiantil, se disolvió.
Aquí presentamos una cronología de los eventos más relevantes que ocurrieron entre julio y diciembre de 1968, junto con cómo fueron cubiertos por los principales diarios de la época.
El Desencadenante: Vocacional 5 vs. Ochoterena y el «Bazucazo»
El año 1968 fue testigo de movilizaciones sociales en todo el mundo, y México no fue la excepción. Los estudiantes de la Vocacional 5 del Instituto Politécnico Nacional (IPN) se enfrentaron a los estudiantes de la preparatoria Isaac Ochoterena el 23 de julio, desencadenando un conflicto que fue reprimido por la policía de la Ciudad de México. Este hecho provocó que diferentes escuelas del Politécnico entraran en huelga en protesta contra la represión.
La marcha de la comunidad politécnica hacia el Zócalo se llevó a cabo el 26 de julio, coincidiendo con una manifestación estudiantil de la Federación Nacional de Estudiantes Técnicos (FNET) en conmemoración del aniversario de la Revolución Cubana. Ambas movilizaciones fueron reprimidas antes de llegar al Zócalo.
El descontento se propagó entre los estudiantes de la Ciudad de México y otras partes del país. Horas después de las marchas, en la madrugada del 27 de julio, un grupo porril asedió a los estudiantes que protegían las instalaciones de la Escuela Nacional Preparatoria «Justo Sierra», lo que desencadenó una serie de eventos que llevaron a una mayor movilización estudiantil.
El 29 de julio, cuadrillas de soldados salieron del Campo Militar No. 1 y se dirigieron a San Ildefonso para reprimir las manifestaciones estudiantiles. El 30 de julio, el Ejército atacó directamente las instalaciones de la Preparatoria, derribando su puerta principal con un bazucazo.
Movilizaciones Masivas y el Nacimiento del CNH
Al día siguiente del bazucazo, el rector de la UNAM, Javier Barros Sierra, y el magisterio de la máxima casa de estudios se pronunciaron en contra de lo que consideraron una violación a la autonomía universitaria. El 1 de agosto, Barros Sierra convocó a una marcha multitudinaria en Ciudad Universitaria que reunió a más de 100,000 personas, incluyendo estudiantes de la UNAM, el IPN, Chapingo y la Normal Superior, así como maestros.
Dos días después de la formación del CNH, el 4 de agosto, se publicó un manifiesto dirigido a la sociedad con seis demandas clave en un pliego petitorio, incluyendo la liberación de presos políticos y la destitución de jefes policiales. El 5 de agosto, una manifestación reunió a las principales universidades del país, y en los días siguientes, el CNH denunció la falta de respuesta a sus demandas y exigió un diálogo público.
Se formaron bloques huelguistas en escuelas y facultades de todo el país, y el 13 de agosto de 1968, una gran marcha atrajo a alrededor de 200,000 personas. El Consejo Universitario, presidido por Barros Sierra, respaldó las demandas de la comunidad universitaria, y brigadas universitarias comenzaron a informar a la sociedad sobre los motivos del movimiento, destacando la represión sufrida.
A mediados de agosto, el CNH confirmó la muerte de un estudiante, la desaparición de su hermano y de un activista del movimiento, así como al menos 122 inculpados por motivos políticos; 86 presos y 36 en libertad condicional.
Diálogos y Represión Gubernamental
A pesar de la reticencia inicial de algunos políticos para establecer diálogos públicos, intelectuales respaldaron el movimiento estudiantil. Como respuesta, funcionarios gubernamentales aceptaron un diálogo público, pero luego lo rechazaron. En respuesta, el CNH convocó a una marcha para el 27 de agosto.
El día llegó y multitudes de estudiantes se unieron a la causa. Casi medio millón de personas se congregaron en el Zócalo capitalino, donde, además de tomar la principal plaza pública del país, se izó una bandera rojinegra en el asta principal del Zócalo y las campanas de la catedral repicaron en solidaridad con las demandas estudiantiles.
A pesar de un operativo de seguridad en el Zócalo, no se registraron incidentes. Sin embargo, un mitin se instaló en el Zócalo para exigir respuesta a las demandas estudiantiles, pero el 28 de agosto se amenazó con desalojar a los manifestantes con el uso del Ejército.
La Respuesta del Gobierno y la Escalada Represiva
A medida que se acercaba el Informe Presidencial, el Consejo Nacional de Huelga anunció que no habría movilizaciones para el 1 de septiembre y retiró sus demandas. Sin embargo, en el Informe, el presidente Gustavo Díaz Ordaz declaró que no había recibido peticiones concretas y advirtió sobre el uso de la fuerza del Estado para garantizar la tranquilidad durante los Juegos Olímpicos programados para octubre de 1968.
Las autoridades gubernamentales no ofrecieron un diálogo público a pesar de las demandas del movimiento estudiantil. En respuesta, el CNH convocó a una marcha para el 27 de agosto. El día llegó y multitudes de estudiantes se unieron a la causa. Casi medio millón de personas se congregaron en el Zócalo capitalino, donde, además de tomar la principal plaza pública del país, se izó una bandera rojinegra en el asta principal del Zócalo y las campanas de la catedral repicaron en solidaridad con las demandas estudiantiles.
A pesar de un operativo de seguridad en el Zócalo, no se registraron incidentes. Sin embargo, un mitin se instaló en el Zócalo para exigir respuesta a las demandas estudiantiles, pero el 28 de agosto se amenazó con desalojar a los manifestantes con el uso del Ejército.
El día que cambió México: 2 de Octubre de 1968
En la tarde del 2 de octubre, la ciudad se llenó de fuerzas armadas en vehículos de todo tipo, mientras miles de estudiantes se congregaban en la Plaza de las Tres Culturas. La marcha programada después del mitin se canceló como señal de los estudiantes para negociar con el gobierno. Mientras se desarrollaba el mitin, luces de bengala arrojadas desde un helicóptero fueron la señal para abrir fuego.
Lo que parecía ser una provocación se convirtió en un ataque directo contra los manifestantes. Esa noche, el Batallón Olimpia actuó con brutalidad, realizando detenciones, golpeando y disparando. Oficialmente se anunciaron 29 muertos, pero la prensa internacional estimó que la cifra real superaba los 300. A día de hoy, la cifra exacta sigue siendo desconocida. Miles fueron detenidos y encarcelados. La versión oficial del gobierno varió, desde afirmar que se trató de un enfrentamiento entre estudiantes hasta acusar a los estudiantes de disparar contra el Ejército.
Los últimos meses del movimiento
A pesar de la crítica de la comunidad intelectual, la presencia militar en Tlatelolco se mantuvo durante varios días, y el 5 de octubre, el Consejo Nacional de Huelga rechazó las versiones que lo acusaban de buscar un movimiento armado. También reafirmó la lucha y los derechos de los estudiantes.
El 12 de octubre comenzaron los Juegos Olímpicos en México, y tres días antes, el CNH declaró una «tregua olímpica» para no llevar a cabo movilizaciones estudiantiles durante el evento deportivo internacional más grande.
A pesar de los eventos del 2 de octubre, la huelga estudiantil continuó, principalmente para demandar la liberación de presos políticos. Hacia fines de octubre, el gobierno informó que desde el 26 de julio se habían efectuado más de 5,000 detenciones, de las cuales 338 resultaron en procesos judiciales. En diversos países de América Latina y Europa, se registraron movilizaciones en solidaridad con los estudiantes mexicanos.
Una vez concluidos los Juegos Olímpicos, el CNH reiteró sus demandas. El 29 de octubre, el Ejército desocupó las instalaciones del IPN, y en noviembre se reanudaron las brigadas informativas entre los huelguistas.
Con una militancia disminuida, la huelga estudiantil continuó mientras se debatía constantemente el regreso a las aulas. Para entonces, se contaba con el respaldo de intelectuales como José Revueltas, quien fue detenido y encarcelado. Incluso el expresidente Lázaro Cárdenas emitió pronunciamientos a favor del movimiento.
Sin embargo, sin soluciones tangibles a los puntos del pliego petitorio, el regreso a clases fue gradual en las instituciones académicas, y el 4 de diciembre, el CNH declaró el fin de la huelga y se disolvió, marcando el final de un capítulo tumultuoso en la historia de México.
El Legado del Movimiento Estudiantil de 1968
Hoy, 55 años después de esa trágica noche, el movimiento estudiantil de 1968 sigue siendo recordado como un momento crucial en la historia de México. Aunque muchas de las demandas de los estudiantes no se cumplieron de inmediato, su valentía y determinación allanaron el camino hacia un México más democrático y justo.
El legado del movimiento de 1968 se refleja en la importancia que la sociedad mexicana concede a la libertad de expresión, los derechos humanos y la participación ciudadana. A pesar de los desafíos que enfrentaron en ese entonces, los estudiantes de 1968 dejaron una huella imborrable en la historia de México y continúan inspirando a las generaciones futuras a luchar por un país más igualitario y justo.